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Liberalismo y Catolicismo. Intentando comprender los conceptos básicos.
En este caso, tenemos un total de diez compradores que acuden a una feria de telecomunicaciones con la intención de adquirir un determinado móvil. De la misma forma, este móvil es ofrecido en dicha feria por un total de ocho vendedores. Cada comprador y cada vendedor tienen una valoración subjetiva del móvil en función de sus necesidades. Es evidente que el comprador A1 desea dicho móvil con mayor énfasis que el comprador A10. De igual forma, el vendedor B1 valora menos el móvil y por lo tanto tiene mayores deseos de venderlo. El comprador A1 podría conseguir un móvil de cualquier vendedor a 290 euros, pero no cierra la operación a este precio ya que aunque conseguiría una ventaja económica de 10 euros, no sería la mayor ventaja que podría conseguir. De igual manera, el vendedor B1 encontraría compradores a 110 euros, pero con ello no conseguiría la mayor ventaja económica. Por lo tanto, la negociación comenzará fijando los compradores un precio bastante más bajo del que estarían dispuestos a comprar y los vendedores un precio bastante más alto del que estarían dispuestos a vender.
Supongamos que se fija inicialmente el precio en 130 euros. En este caso, la totalidad de los compradores podrían cerrar la operación, pero solamente dos vendedores podrían hacerlo. Sin embargo, estos dos vendedores pueden aprovechar la competencia entre los compradores intentado vender a un precio más alto.
A partir de los 150 euros, empezarán los compradores a descartar la compra. El primero será A10 y luego le seguirán los demás. A partir de 170 lo hará A9, a partir de 180, A8 y a partir de 200, A7. Sin embargo, a medida que aumenta el precio comenzarán a incorporarse vendedores capaces de cerrar la operación. A partir de 150 euros se incorporará B3, a partir de 170, B4 y a partir de 200, B5.
Podemos ver como a medida que sube el precio, la relación entre vendedores y compradores va variando. A 130 euros había 10 compradores y 2 vendedores, pero a partir de 200 euros existen 6 compradores y 5 vendedores. Mientras exista esta desigualdad habrá razones para que precio siga subiendo debido a la competencia entre los compradores. Cuando se alcanza los 210 euros, A6 se descuelga quedando entonces 5 compradores y 5 vendedores. Si el precio subiera de 220 euros el número de compradores quedaría reducido a 4. Sin embargo, vemos que el límite habría de ser incluso inferior, pues si pasamos de los 215 euros, tendríamos 5 compradores y 6 vendedores. De esta forma, el precio quedaría situado entre 210 y 215 euros.
Mediante este razonamiento, Böhm-Bawerk explica la formación del precio solo mediante las valoraciones subjetivas de las personas implicadas en el intercambio. De esta forma, da una respuesta a la vaga definición de la ley de oferta y demanda afirmando:
“En mi opinión el problema se soluciona si introducimos en la estructura tradicional la sencilla idea de que el precio es por completo un producto de las valoraciones subjetivas de los hombres”
Y entonces, sabiendo esto ya podremos formular la tradicional ley de oferta y demanda, donde ésta no constituirá una vaga formulación matemática, sino que estará profundamente basada en las necesidades de las personas.
A partir de esta ley económica de formación de precios podemos analizar algunas propuestas. Supongamos que para que el vendedor B8 pueda vender su móvil se fije el precio de éste en más de 260 euros. Con la mejor de las intenciones se piensa que de esta manera se ayuda a dicho vendedor, quien podrá obtener dinero para mantener a su familia. Sin embargo, las personas que realizan estas propuestas no ven la totalidad de las consecuencias. A más de 260 euros, sólo 2 compradores podrán comprar el móvil. Hemos conseguido que 3 compradores dejen de obtener lo que necesitaban y que 3 vendedores dejen de vender sus productos. Con la mejor de las intenciones hemos empeorado la situación. Antes, un total de 5 vendedores podía conseguir dinero para alimentar a su familia, ahora, solamente lo hacen 2 vendedores. Además, castigamos a aquellos vendedores que se han esforzado en conseguir métodos que sirvan para bajar sus precios, y premiamos a aquellos que no han sabido hacerlo. En definitiva, premiamos la ineficiencia. Esto es lo que ocurre cuando se cree que se pueden mejorar las situaciones sin tener en cuenta las leyes económicas. Si lo que realmente se quiere es ayudar a los vendedores B6, B7 y B8, ya que estos no pueden competir en el mercado, entonces se podría apelar a la caridad de los compradores para conseguir una ayuda para estos vendedores. Puede que incluso algunos compradores decidan prescindir de sus móviles y donar a los vendedores el dinero que pensaban gastarse. Pero eso sería una decisión libre de estas personas. Nadie puede decidir que es lo bueno y lo malo para los demás. Quizás uno de esos compradores necesitaba el móvil para que pudieran avisarle en cualquier lugar de un trasplante que esperaba. ¿Estaría bien que algún burócrata, con la mejor intención, le haya privado de satisfacer esta necesidad y lo haya encadendo a vivir encerrado? No juguemos a ser dioses.
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(1) Economía de Mercado y Doctrina Social de la Iglesia, pág. xi. Editorial Cooperativas 2005. Argentina
(2) “Discerniendo según el Espíritu, los cristianos deben distinguir entre el crecimiento del Reino de Dios y el progreso de la cultura y la promoción de la sociedad en las que están implicados. Esta distinción no es una separación. La vocación del hombre a la vida eterna no suprime sino que refuerza su deber de poner en práctica las energías y los medios recibidos del Creador para servir en este mundo a la justicia y a la paz (cf GS 22; 32; 39; 45; EN 31)” (Catecismo de la Iglesia Católica, 2820)
El pasado 21 de noviembre fue convocado un paro en el sector agrario por tres de las principales organizaciones nacionales (COAG, ASAJA y UPA). En esencia, protestaban porque sus negocios no son rentables. El precio de venta de sus productos no es suficiente para cubrir sus costes de producción en la mayoría de los casos.
Un sector en crisis
Por los datos obtenidos de la COAG y el INE, podemos señalar que durante el periodo 2004-2008 se ha producido lo siguiente (teniendo en cuenta la inflación, se pueden ver los datos completos aquí):
- Una bajada de la producción agrícola desde los 41.623,60 millones de euros a los 36.489,51 millones (-12,33%).
- Una subida de los costes de producción desde los 15.091,70 millones de euros a los 15.375,35 millones (1,88%).
- Una bajada del Valor Añadido Bruto (que coincide prácticamente con el PIB) desde los 26.531,90 millones de euros a los 19.056,64 millones (-28,27%).
- Una bajada de la renta agraria desde los 25.422,80 millones de euros a los 20.351,40 millones (-15,95%).
- Una subida de las subvenciones recibidas desde los 2.567,90 millones de euros a los 5.237,67 millones (103,97%).
- Un descenso del número de ocupados sector, que ha pasado de dar trabajo a casi 938 mil personas a darlo a 771 mil (unos 172 mil trabajadores menos, un -18,22%).
Asimismo, los agricultores y ganaderos señalan el incremento de precios que sufren sus productos desde el momento que les son comprados hasta su venta al consumidor. Este incremento llega en algunos casos al 667%, siendo su media del 367%.
Soluciones antiguas para nuevos problemas
Estos son lo datos macroeconómicos del sector. El campo español en su conjunto languidece. Las medidas propuestas por la COAG para solucionar los problemas pueden resumirse en las siguientes:
- Mantenimiento de subvenciones.
- Autarquía agraria.
- Control de mercados y precios y fijación de márgenes comerciales y costos de producción (exigencia de aplicación del artículo 13.2 de la Ley 7/1996 de Comercio que prevé que “el Gobierno del Estado, previa audiencia de los sectores afectados, podrá fijar los precios o los márgenes de comercialización (…) cuando se trate de productos de primera necesidad”).
- Control de las importaciones.
- Control del plazo de pago de sus productos por parte de los distribuidores.
- Definición detallada de todos los agentes de la cadena alimentaria.
- Fijación de modelos de contratos entre productores y restos de agentes.
- Modificación del Observatorio de Precios.
- Prohibición de productos modificados genéticamente.
- Bajadas de impuestos al sector agrario.
La adopción de las anteriores medidas significaría una rígida planificación del sector agrario, una planificación que tienes similitudes con las llevadas a cabo por la antigua Unión Soviética. Así, proponen obligar a la sociedad a organizarse de tal forma que posibilite la rentabilidad de sus negocios. Es decir, lo que ellos no han conseguido por sus medios ha de imponerlo el Estado. Otras medidas, como el control de las importaciones o el mantenimiento de subvenciones, tendrían consecuencias para el resto de la sociedad (en esta entrada explico las consecuencias de estas medidas aplicadas en el sector del plátano).
No quisiera que se me tildara de insensible frente a los dramas personales de muchos campesinos que ven con profundo pesar como no son capaces del mantenerse a si mismos y a sus familias. Esta situación es en verdad sangrante. Pero no creo que las anteriores medidas sean la solución. Al igual que sus negocios, existen muchos otros en distintos sectores que no consiguen ser rentables y se ven abocados al cierre. Siguiendo el criterio propuesto por la COAG, la solución pasaría por controlar toda la economía para que ningún negocio cerrara por falta de rentabilidad. Si los campesinos piden esto para si mismos, no veo el motivo de negárselo a cualquier pequeño comerciante o industrial. Este camino de planificación socialista de la economía ya ha sido andado en otras ocasiones y ha demostrado su inviabilidad.
¿Existe soluciones alternativas a las anteriores propuestas? Veamos a continuación dos interesantes casos.
Cincuenta años no son nada. El caso COVAP
La Sociedad Cooperativa Andaluza del Valle de los Pedroches (COVAP) es una cooperativa situada en la localidad de Pozoblanco, provincia de Córdoba. Fue fundada en 1959 y contaba según los últimos datos del 2007 con 14.917 socios. Esta cooperativa ha conseguido durante el 2007 unas ventas de 266,95 millones de euros (un incremento del 16,43%). Asimismo, su beneficio en el 2007 ascendió a 5,14 millones de euros (un incremento del 0,59%). Su número de empleados se incrementó un 13,95% llegando a 564. De igual manera, ha mejorado en el 2007 los márgenes brutos sobre ventas y la rentabilidad antes de impuestos.
El camino seguido por COVAP ha supuesto invertir en instalaciones, mejorar sus sistemas de gestión empresarial, abrir tiendas propias que distribuyen sus productos y expandirse en mercados fuera de España. Con todo ello ha conseguido dar un valor añadido a todos sus socios, obteniendo unos resultados que contrastan con los conseguidos por el resto del sector agrario.
Una vistas al Mediterráneo. El caso Intercoop
El Grupo Intercoop es una cooperativa de segundo grado, es decir una cooperativa de cooperativas, teniendo un total de 207 socios. Su ámbito de actuación son las provincias de Valencia, Castellón y Alicante. Su volumen de ventas durante 2008 alcanzó los 70,3 millones de euros (con un incremento del 0,79%). Su beneficio en este mismo año llegó a los 0,26 millones de euros. El número de empleados del grupo se mantuvo prácticamente constante con un total de 202 trabajadores.
Como podemos ver, este caso constituye otro ejemplo de que apostando por la unión de los campesinos, ofreciendo una amplia gama de servicios a los mismos para que puedan competir en los actuales mercados y comercializando directamente los productos, se consiguen unos resultados satisfactorios.
Conclusiones
De los datos macroeconómicos que hemos vistos al principio se puede deducir que el sector agrario tal como hoy está estructurado tiene un futuro muy incierto. Sin embargo, también hemos presentado otras formas de afrontar los problemas que consiguen resultados positivos. Es cierto que el campo se muere, pero realmente lo que muere es la antigua manera de explotación de los recursos agrarios y ganaderos. El sector tiene un alto grado de atomización y quizás el pequeño campesino que camina por libre no podrá sobrevivir salvo contadas excepciones. Frente a este campesino se abren dos caminos. Uno es el solicitar que el Estado lo proteja y haga posible su supervivencia, al menos a corto plazo ya que como hemos indicado ésta es una vía sin salida. El otro camino es apostar por la unión y la innovación en la gestión empresaria tal como se ha hecho en los casos comentados. Asimismo, puede que ya sea hora de preguntarnos porqué hemos de ser nosotros, los habitantes de este primer mundo privilegiado, quienes tengamos que producir los productos agrícolas y ganaderos que consumimos. Quizás haya llegado el momento de dar una oportunidad al comercio y permitir entrar en los mercados a los países en vías de desarrollo, que podrán ofrecernos los productos que deseamos, contribuyendo al mismo tiempo a su desarrollo. Hace ya mucho tiempo se formuló la ley de los costos comparativos (video) y realmente se cumple. No niego que la travesía sea dura. La pregunta que debe hacerse ahora el pequeño agricultor o ganadero es si va a ser uno de los que continuará caminando mediante su adaptación a la realidad actual, o será de esos que protestan pero al final no tendrá más remedio que abandonar sus tierras y sus animales.
Después de la petición de Elías, la ordenación de sus necesidades fue la siguiente:
Este cambio de ordenación tendría una importancia fundamental en el caso de la formación del precio, pero la ley que se aplica es la misma. Es la moral de la viuda la que decide cómo ordenar sus necesidades. Y este cambio, hecho libremente por parte de la viuda, es lo que premia Dios. No existe aquí ninguna organización que obligue a esta mujer a cambiar su escala de necesidades. Y esto es lo mismo que predica hoy en día la Iglesia. La caridad es voluntaria y no puede imponerse por la fuerza. Si esto no fuera cierto, la Iglesia obligaría a sus miembros a dar una parte de sus bienes. Por supuesto, cuando mayor se viva la fe, mayor necesidad tendrá un católico de compartir sus bienes. Pero esto es una decisión libre y personal. El mundo sería mucho más justo si todo el mundo compartiera, pero esto no puede ser impuesto desde el exterior. Tal como decía Santo Tomás (ST, I-II, Q. 96, a.2):
“Ahora bien, la ley humana está hecha para la masa, en la que la mayor parte son hombres imperfectos en la virtud. Y por eso la ley no prohíbe todos aquellos vicios de los que se abstienen los virtuosos, sino sólo los más graves, aquellos de los que pueden abstenerse la mayoría y que, sobre todo, hacen daño a los demás, sin cuya prohibición la sociedad humana no podría subsistir, tales como el homicidio, el robo y cosas semejantes”
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