jueves, 19 de agosto de 2010

Esclavo del Estado durante 171 días

Me llamo Juan Rodríguez. Soy mileurista. Hoy es 1 de enero y aunque es un día festivo, ya me siento desanimado. Mañana empezaré a trabajar para el Estado. Sin cobrar, día tras día, tediosamente, sin ilusión y así durante 171 días. Casi 6 meses. Soy un simple esclavo y no puedo quejarme. Me dicen que es por mi bien. Que hay que pagar la Sanidad, las Pensiones, las carreteras, los hospitales, y así una innumerable lista de servicios…

Estoy cansado. Llevo trabajando ya para el Estado 90 días. Y sin cobrar. Es mi obligación. Ya sabes, Hacienda somos todos. Pero veo pasar esos coches negros y sé quien va dentro. Ellos dicen que también son esclavos, pero una cosa nos diferencia. Yo no puedo decidir si he de trabajar 171 días sin cobrar o sólo 60 días. Eso lo hacen ellos. Pero, ¡yo qué sé de todo esto! Es mi obligación como ciudadano.

Ya queda poco. Ha pasado 141 días. ¡En apenas un mes podré cobrar y decidir que hacer con mi dinero! Habré cumplido y deberé sentirme orgulloso de contribuir. La verdad es que yo hubiera preferido comprarme una nevera nueva. Y cambiar la grifería del baño. Y ya puestos, comprarme ese ordenador, pues el que tengo renquea. ¡Pero qué se le va a hacer! ¡Lo primero es lo primero! Al menos eso dicen ellos, los que saben…

¡Al fin! ¡Mañana ya empezaré a trabajar para mí. El Estado me dará mi Carta de Libertad y lo que gane a partir de entonces será mío. ¡Todo mío, sólo mío! La verdad es que me siento un poco egoísta por lo que acabo de decir. Pero bueno, yo ya he cumplido con mi parte. 171 días son suficientes. Aunque se oyen rumores que apenas alcanzan para cubrir esos servicios que comenté al principio. Y yo me pregunto, ¿no habrá alguna forma de que paguemos menos y poder contar con aquellos servicios que cada uno necesite y haya decidido? Pero, bueno. ¡Qué sé yo! Al fin y al cabo, tan solo soy un mileurista…



Posdata: Me ha llegado mi carta de libertad y un resumen de mi aportación. No dejo de entristecerme cada vez que lo miro. Creo que acabaré tirándolo a la basura (el resumen, la Carta me ha costado mucho trabajo como para tirarla).



Enlace relacionado:
¿Cuánto dinero paga a Hacienda cada año? – Libertad Digital

6 comentarios:

Elentir dijo...

A ver con qué cara vienen a hablarnos los progres sobre los diezmos medievales. Tanto se llenan la boca hablando de explotación, y nos tienen a todos explotados... por el Estado.

Anónimo dijo...

¿cuota empresarial a la seguridad social?

vamo, tu te crees que si el empresario no tuviera que darselo al estado se lo daria al trabajador. Que iluso.

Anónimo dijo...

"vamo, tu te crees que si el empresario no tuviera que darselo al estado se lo daria al trabajador. Que iluso."

¿Te has puesto una sola vez en tu vida en el papel de empresario? mejor aún, ¿has escuchado alguna vez en tu vida a un empresario en vez de imaginártelo como mandan las caricaturas? ¿qué más le da al empresario quién se embolsa el coste de la contratación?

La idea de cobrar la SS a la empresa es por el paternalismo insoportable que tienen todos los planteamientos legislativos, y políticos al final, de corte fascista (que es de donde viene el fuero de los trabajadores de Franco, la ley vigente).

Eze dijo...

Hola Eetión,

Bueno, creo que ya sabes que opino que está justificado que la comunidad mantenga una red de servicios públicos que proporcionen los bienes necesarios para garantizar algunos derechos fundamentales como la educación o la salud, del mismo modo que se mantienen servicios para proporcionar bienes que garantizan otros derechos fundamentales como la tutela judicial efectiva o el orden público.

Por desgracia, en nuestras comunidades existen ciudadanos que carecen de los recursos necesarios para proporcionarse bienes de salud, de educación o de seguridad. Uno de los valores centrales en torno a los que debe estructurarse toda comunidad política es la libertad, entendida como ausencia de dominación pública y de dominación privada. Es decir, como la posición de un ciudadano de no poder sufrir una injerencia no deseada de otro ciudadano o de los poderes públicos.

Si queremos que todos los ciudadanos, también los desafortunados, sean libres, no puedan estar sujetos a la dominación privada de otros ciudadanos, la comunidad debe asegurarse de que no hayan de depender de éstos para tener salud, educarse o estar seguros en su hogar o en las calles.

No se me malinterprete: no creo en la intervención pública por la intervención. La comunidad debe intervenir para evitar la dominación privada. Tampoco pretendo ser ingenuo: un sistema institucional así debe ser diseñado para evitar que los poderes públicos dominen a los ciudadanos. Para ello hace falta una constitución mixta y el celo incesante de la ciudadanía.

Por eso creo que está bien pagar mis impuestos para mantener servicios sociales. Claro que también me cabrea la actitud y actuaciones de la clase política. Pero no es por ellos por quienes pago.

Un abrazo,
Eze

Eetión dijo...

Elentir:
Lo que pasas con los progres es que cuando un gobierno de “izquierda” explota a los ciudadanos lo llaman solidaridad ;-)

Anónimo 1:
Los beneficios de esas cotizaciones son para el trabajador, por lo que deben contarse como parte de su sueldo. Así lo considera la metodología que emplea la OCDE. Mejor hazte esta pregunta: ¿tú crees que si se le diera libertad al trabajador, le daría al Estado esta cotización o la cobraría?

Eze:
También creo que sabes que yo considero que muchos de los servicios que actualmente tenemos serian mejor gestionados si lo hiciera el sector privado. Por otra parte, no digo yo que no se deba pagar impuestos, sino que estos deben ser los mínimos imprescindibles para las pocas funciones que debería asumir el Estado. Y en cuanto a la gente que carece de recursos, creo firmemente que la dominación pública es infinitamente peor que cualquier “dominación privada”. ¿Qué empresa tiene la potestad de meterte en la cárcel si no le compras sus productos? Además, la caridad privada solventaría mucho mejor los problemas de esos necesitados, tal y como se está viendo que pasa en la actual crisis.

Un abrazo.

Eze dijo...

Hola Eetión,

Creo que estarás de acuerdo en que si una persona posee un derecho a X, entre otras cosas queremos decir que existe otra persona u otras personas que están moralmente obligadas a dar, hacer o no hacer algo (según sea el correlato de ese derecho). Eso quiere decir también que la satisfacción del derecho de X no depende de la buena o mala voluntad de quienes se hallan moralmente obligados. Decir que alguien tiene un derecho significa decir que otros están obligados a satisfacerlo o que su satisfacción no sería un acto de caridad sino el cumplimiento de un deber moral.

Yo creo que todos los ciudadanos tienen un derecho fundamental al acceso a bienes de salud, como lo tienen a la Administración de justicia. Tu razonamiento es impecable si crees que ese derecho no existe.

Ahora bien, si crees que existe y que es como los demás derechos fundamentales, entonces, ¿por qué tratarlo de forma diferente?

Si Juan es pobre, miserablemente pobre y necesita una operación cardíaca para sobrevivir y decimos que tiene un derecho fundamental a la salud, estamos diciendo que el acceso a esa operación NO puede depender de que existan personas de carácter caritativo. La comunidad le debe esa operación porque se merece esa operación por el mero de hecho de ser ciudadano.

En efecto, decimos que unos derechos son fundamentales porque creemos que las personas se merecen los bienes a que se refieren esos derechos por el mero hecho de serlo. No deben hacer méritos adicionales para obtenerlos: da igual sus esfuerzos o su suerte ha de poder acceder a ellos. Y quien les impide el acceso vulnera una obligación moral y lesiona su dignidad como persona.

Otra cuestión es cuál es el modo más eficiente de garantizar a todos los ciudadanos los derechos fundamentales. No lo sé. Sé que la eficiencia no es el valor moral supremo, tampoco en la esfera pública. Es la libertad como no dominación pública ni privada. También sé que es un contrasentido sostener que un derecho fundamental ha de depender de la caridad ajena.

Un abrazo,
Eze