En esta ocasión, Jesús del Amo nos explica los conceptos de capital e interés. La correcta definición del concepto de capital que realiza la Escuela Austriaca permite explicar por qué una crisis económica no puede ser solucionada de forma inmediata mediante la simple manipulación de variables macroeconómicas. La Escuela Keynesiana que se enseña en la actualidad en todas las facultades de economía del mundo carece de una teoría del capital, por lo que se encuentra incapacitada, entre otras cosas, para dar respuesta a lo anterior.
Por otra parte, el concepto de interés de la Escuela Austriaca se basa, tal como lo explica Jesús, en el concepto de preferencia temporal. Se puede demostrar que elementos básicos del marxismo, tales como el concepto de plusvalía, son erróneos al no tener en cuenta este concepto de preferencia temporal.
Para poner un ejemplo de la importancia de la tasa de interesés, y del peligro de modificar la misma de forma arbitraria por los bancos centrales, me gustaría poner un ejemplo simplificado. Supongamos una empresa que se plantea realizar una inversión en una maquina que le permitirá aumentar su producción. La preocupación principal del empresario es averiguar si dicha inversión será rentable o por el contrario debe ser descartada. Supongamos que el costo de esta máquina es de 500.000 euros y que tendrá una vida útil de 4 años. Supongamos asimismo que los costos fijos que tendrá que soportar suponen 90.000 euros al año. Esta máquina producirá anualmente 45.000 unidades de producto, cuyo costo unitario será de 15 euros y su precio de venta de 20 euros. De esta forma, podremos resumir la situación durante los 4 años en la siguiente tabla:
El flujo de caja simplemente es la diferencia entre los ingresos obtenidos por la venta de las unidades fabricadas y la suma de costos soportados. Los costos variables son lo que costará producir el número de unidades cada año.
Y ahora viene el dilema. ¿A qué tipo de interés sería viable el anterior proyecto? Existe en matemática financiera una formula que nos permite calcular lo anterior. Esta expresión tiene en cuenta los movimientos reflejados en la tabla y el tipo de interés. Recibe el nombre de valor actual neto de una inversión (VAN) y nos permite calcular si al cabo de 4 años habremos recuperado la inversión inicial. Supongamos que de forma natural el mercado fije un interes del 5%. Aplicando la formula mencionada podremos comprobar que al final del cuarto año no habremos recuperado la inversión y el proyecto no será viable.
Sin embargo, he aquí que aparece en escena una institución que fija el interés en el 2% con la idea de estimular la economía. Entonces, por arte de magia, el proyecto se convierte en rentable. Aquí podemos ver el poder inmenso de un banco central. Distorsiona la realidad y envía información confusa al empresario. Si a la mitad de la duración del proyecto ese mismo banco central incrementara los intereses al 5%, conseguiría que la inversión dejase de ser rentable, pudiendo provocar la ruina de la empresa. Esta tendría que cerrar y sus empleados perderían sus puestos de trabajo. Luego saldrían los gurús de turno echándoles la culpa al mercado, cuando realmente el verdadero culpable de la ruina acaecida habría sido el Estado y su banco central. Ellos, sólo ellos, jugando a ser aprendices de brujo cuando tratan de averiguar las preferencias temporales de millones de personas. ¡Cuándo aprenderán que eso es imposible!
Por otra parte, el concepto de interés de la Escuela Austriaca se basa, tal como lo explica Jesús, en el concepto de preferencia temporal. Se puede demostrar que elementos básicos del marxismo, tales como el concepto de plusvalía, son erróneos al no tener en cuenta este concepto de preferencia temporal.
Para poner un ejemplo de la importancia de la tasa de interesés, y del peligro de modificar la misma de forma arbitraria por los bancos centrales, me gustaría poner un ejemplo simplificado. Supongamos una empresa que se plantea realizar una inversión en una maquina que le permitirá aumentar su producción. La preocupación principal del empresario es averiguar si dicha inversión será rentable o por el contrario debe ser descartada. Supongamos que el costo de esta máquina es de 500.000 euros y que tendrá una vida útil de 4 años. Supongamos asimismo que los costos fijos que tendrá que soportar suponen 90.000 euros al año. Esta máquina producirá anualmente 45.000 unidades de producto, cuyo costo unitario será de 15 euros y su precio de venta de 20 euros. De esta forma, podremos resumir la situación durante los 4 años en la siguiente tabla:
El flujo de caja simplemente es la diferencia entre los ingresos obtenidos por la venta de las unidades fabricadas y la suma de costos soportados. Los costos variables son lo que costará producir el número de unidades cada año.
Y ahora viene el dilema. ¿A qué tipo de interés sería viable el anterior proyecto? Existe en matemática financiera una formula que nos permite calcular lo anterior. Esta expresión tiene en cuenta los movimientos reflejados en la tabla y el tipo de interés. Recibe el nombre de valor actual neto de una inversión (VAN) y nos permite calcular si al cabo de 4 años habremos recuperado la inversión inicial. Supongamos que de forma natural el mercado fije un interes del 5%. Aplicando la formula mencionada podremos comprobar que al final del cuarto año no habremos recuperado la inversión y el proyecto no será viable.
Sin embargo, he aquí que aparece en escena una institución que fija el interés en el 2% con la idea de estimular la economía. Entonces, por arte de magia, el proyecto se convierte en rentable. Aquí podemos ver el poder inmenso de un banco central. Distorsiona la realidad y envía información confusa al empresario. Si a la mitad de la duración del proyecto ese mismo banco central incrementara los intereses al 5%, conseguiría que la inversión dejase de ser rentable, pudiendo provocar la ruina de la empresa. Esta tendría que cerrar y sus empleados perderían sus puestos de trabajo. Luego saldrían los gurús de turno echándoles la culpa al mercado, cuando realmente el verdadero culpable de la ruina acaecida habría sido el Estado y su banco central. Ellos, sólo ellos, jugando a ser aprendices de brujo cuando tratan de averiguar las preferencias temporales de millones de personas. ¡Cuándo aprenderán que eso es imposible!
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