Hace unos días, haciendo zapeo radiofónico, recalé en la tertulia económica de la Cope donde se hablaba del derecho de los controladores a cobrar un determinado sueldo. Luego, el debate adquirió carácter más general, pasando a debatirse el modo de fijar los salarios en cualquier ámbito. Pongo a continuación un corte de la tertulia sobre el que quiero hacer unos comentarios:
Tertulia económica de la Cope (Juan Pablo Cormenarejo, Miguel Ángel Belloso, Rafael Pampillón y Carlos Sánchez)
En el caso de empresas rescatadas por el Estado, se considera necesario que sea éste quien fije las retribuciones a los directivos. Evidentemente, el razonamiento es bastante lógico, pero se está dando por sentado que dicho rescate necesariamente tenía que producirse, sin tomar en cuenta que otra solución hubiera sido la no intervención de dichas empresas.
Uno de los tertulianos se pregunta cuándo calificar de éxito una determinada decisión empresarial en el sector bancario. Como da por sentado que ante los problemas de una determinada entidad bancaria, el Estado debería acudir en su ayuda, aconseja imponer la obligación de fijar un sistema de remuneración a más largo plazo. Nuevamente está dando una opinión favorable al intervencionismo. Sin embargo, para alguien que defiende una política económica liberal, es evidente que una determinada decisión empresarial es exitosa cuando se consiguen beneficios en el mercado. En eso consiste el riesgo empresarial. Por eso, cuando nuevamente el anterior tertuliano se pregunta quien debería “pagar el pato” de un error empresarial, es necesario contestarle que los errores deben ser asumidos por el empresario, los inversionistas y todas aquellas personas que libremente hayan decidido utilizar los servicios de la empresa en cuestión.
El debate continúa analizando la conveniencia de que fuese la administración la responsable de fijar determinados salarios. Negativas rotundas de los tertulianos. Supongo que esto les parece demasiado socialista, aunque seguidamente afirman que debería ser una moral comunitaria (de la sociedad) la que estableciera las cuantías de las retribuciones. No deja de ser curioso que aunque por una parte no deseen afirmar que sea el Estado quien fije los salarios, por otra, con su respuesta, caen de igual forma en una solución intervencionista, pues, ¿quién decidirá qué moral deberá utilizarse?
De esta forma, sin darse cuenta de lo anterior, continúan ahondando en la solución intervencionista, llegando a un planteamiento genuinamente socialista de la economía. Así, unos de los participantes expresa que le parece desproporcionado que, por ejemplo, un compañero economista gane diez veces más que el resto, pues quizás, el sueldo que percibe no se corresponde con el trabajo que realiza. Afirma entonces que hay algo que falla y que se deberían estudiar estos casos, pues se podrían cometer excesos que luego serian asumidos por el resto de la sociedad. Habría que preguntarle a la persona que hace este planteamiento, quién considera que debe decidir el grado de correspondencia entre remuneración y trabajo realizado. Después de esto, otro interviniente vuelve a preguntar cómo se mide el talento. Una vez más, habría que explicarle que el talento en estos casos es confirmado por el éxito en el mercado.
Al final del corte, se hace un planteamiento liberal de la situación, indicando que debe ser el empresario quien asuma los riegos y tome las decisiones, ya que éste siempre elegirá una política empresarial mucho más adecuada que la podría ser seleccionada por un funcionario.
Como hemos podido escuchar, muchos economistas siguen apostando por métodos socialistas o intervencionistas. Quizás estos se nieguen a reconocer su tendencia al colectivismo, al menos de modo expreso, pero al final, del sentido de sus palabras se puede deducir que no han acabado de confiar en el mercado.
En el caso de empresas rescatadas por el Estado, se considera necesario que sea éste quien fije las retribuciones a los directivos. Evidentemente, el razonamiento es bastante lógico, pero se está dando por sentado que dicho rescate necesariamente tenía que producirse, sin tomar en cuenta que otra solución hubiera sido la no intervención de dichas empresas.
Uno de los tertulianos se pregunta cuándo calificar de éxito una determinada decisión empresarial en el sector bancario. Como da por sentado que ante los problemas de una determinada entidad bancaria, el Estado debería acudir en su ayuda, aconseja imponer la obligación de fijar un sistema de remuneración a más largo plazo. Nuevamente está dando una opinión favorable al intervencionismo. Sin embargo, para alguien que defiende una política económica liberal, es evidente que una determinada decisión empresarial es exitosa cuando se consiguen beneficios en el mercado. En eso consiste el riesgo empresarial. Por eso, cuando nuevamente el anterior tertuliano se pregunta quien debería “pagar el pato” de un error empresarial, es necesario contestarle que los errores deben ser asumidos por el empresario, los inversionistas y todas aquellas personas que libremente hayan decidido utilizar los servicios de la empresa en cuestión.
El debate continúa analizando la conveniencia de que fuese la administración la responsable de fijar determinados salarios. Negativas rotundas de los tertulianos. Supongo que esto les parece demasiado socialista, aunque seguidamente afirman que debería ser una moral comunitaria (de la sociedad) la que estableciera las cuantías de las retribuciones. No deja de ser curioso que aunque por una parte no deseen afirmar que sea el Estado quien fije los salarios, por otra, con su respuesta, caen de igual forma en una solución intervencionista, pues, ¿quién decidirá qué moral deberá utilizarse?
De esta forma, sin darse cuenta de lo anterior, continúan ahondando en la solución intervencionista, llegando a un planteamiento genuinamente socialista de la economía. Así, unos de los participantes expresa que le parece desproporcionado que, por ejemplo, un compañero economista gane diez veces más que el resto, pues quizás, el sueldo que percibe no se corresponde con el trabajo que realiza. Afirma entonces que hay algo que falla y que se deberían estudiar estos casos, pues se podrían cometer excesos que luego serian asumidos por el resto de la sociedad. Habría que preguntarle a la persona que hace este planteamiento, quién considera que debe decidir el grado de correspondencia entre remuneración y trabajo realizado. Después de esto, otro interviniente vuelve a preguntar cómo se mide el talento. Una vez más, habría que explicarle que el talento en estos casos es confirmado por el éxito en el mercado.
Al final del corte, se hace un planteamiento liberal de la situación, indicando que debe ser el empresario quien asuma los riegos y tome las decisiones, ya que éste siempre elegirá una política empresarial mucho más adecuada que la podría ser seleccionada por un funcionario.
Como hemos podido escuchar, muchos economistas siguen apostando por métodos socialistas o intervencionistas. Quizás estos se nieguen a reconocer su tendencia al colectivismo, al menos de modo expreso, pero al final, del sentido de sus palabras se puede deducir que no han acabado de confiar en el mercado.
4 comentarios:
Quizás estos se nieguen a reconocer su tendencia al colectivismo...para los otros, lo mío no se toca, ¡cretinez que no se acaba!
Nada que no haya oído decir a Recarte y a Raga en esradio. Recarte incluso defiende la subida del IVA sin bajar los impuestos directos, por no mencionar el chistoso asuntos de las farmacias, monopolios naturales que debe regular el Estado, según él. A propósito de controladores, ¿alguien ha oído algo en esradio?
Agustin:
Sólo comento el corte que has podido oír. Si esto se hubiera dicho en esRadio mis razonamientos hubieran sido los mismos. En cuanto a los controladores aéreos, en esRadio se ha hablado de ellos en la tertulia económica del 12 de enero de la Noche de César y en La Mañana de Federico el 13 de enero (28:55).
La entrada es interesante porque viene a demostrar lo potente que es el virus del socialismo, que no es tanto una teoría política, económica o social como un conjunto de prejuicios basado en cuestiones más relacionadas con las bajas pasiones que con el intelecto. Incluso personas con una formación económica que se supone muy por encima de la media (para empezar, de quien esto escribe, sin duda) caen en contradicciones tan gruesas que incluso alguien como yo puede señarlárselas. Es preocupante.
El caso es que parecen sentirse incómodos con aplicar a la práctica las recetas económicas liberales que en la teoría saben que son las que más progreso proporcionan a las sociedades. Como si no tuviéramos décadas, cuando no siglos, transcurridos para comprobar el resultado del recetario colectivista.
Saludos.
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