“Por consiguiente, valor es la significación que unos concretos bienes o cantidades parciales de bienes adquieren para nosotros, cuando somos conscientes de que dependemos de ellos para la satisfacción de nuestras necesidades” (Carl Menger – Principios de Economía Política)
Después de la compra de Cristiano Ronaldo por el Real Madrid se han oído muchas opiniones expresando asombro por la alta cifra alcanzada y comentando que fue algo irracional y desproporcionado. Quizás todas estas personas desconocen algunos principios básicos de la teoría económica.
Antes de empezar debemos tener claro que lo que el Real Madrid ha comprado es la habilidad de Cristiano Ronaldo para jugar al fútbol y la capacidad que tiene el jugador para atraer la atención de millones de seguidores de este deporte.
Las anteriores cualidades constituyen un bien económico. Esto significa que satisfacen una necesidad y que son escasas. En cuanto a las necesidades que satisfacen no es necesario hacer demasiadas indagaciones para averiguarlo. Bastaría con preguntar a cualquier aficionado. En cuanto a su escasez es evidente que no hay muchas personas capaces de hacer lo mismo que Cristiano Ronaldo. Si estas dos cualidades características hubieran desaparecido no se habría pagado nada por Cristiano Ronaldo. ¿Imaginan ustedes una empresa pagando 94 millones de euros por la habilidad de una persona que consistiese solamente en respirar?
Lo anterior es imprescindible para que Cristiano Ronaldo tenga valor. Y de la misma manera se fijará el valor de una camiseta o de una entrada para verlo. Estas pueden satisfacer una necesidad de miles de personas y por lo tanto tendrá un valor para ellas. Así, es erróneo afirmar que lo pagado por el jugador será lo que fije el valor de los artículos mencionados. Otra discusión sería si la compra ha sido económicamente rentable, lo que solo dependerá de la capacidad de Florentino Pérez para preveer las futuras ganancias.
Podemos preguntarnos ahora como se llegó a fijar la cuantía de 94 millones de euros y no cualquier otra. Para entenderlo, hemos de tener en cuenta que dicho precio debió estar comprendido entre dos valores diferentes, valores que en realidad solo significaban para cada equipo la satisfacción de una necesidad (1). Así, por una parte tendríamos el valor del jugador para el Manchester United y por otra el valor del mismo para el Real Madrid. Estos valores formarían parte de una lista ordenada de necesidades a satisfacer por cada equipo. Quizás para el Real Madrid la primera necesidad habría sido conseguir a Cristiano Ronaldo y la segunda tener a Kaká. De la misma manera, el Manchester tendría también su lista ordenada de necesidades.
El problema que surgió después fue que para que se produjera el intercambio, el Real Madrid debía poseer algún bien que satisficiera una necesidad del Manchester. En caso contrario habría sido imposible cerrar la operación. Sin embargo, afortunadamente vivimos en una época donde hemos avanzado más allá del trueque. Aunque el Real Madrid no hubiera tenido algo que necesitara el Manchester, sabía que aquel podía intercambiar a Cristiano Ronaldo por otro bien que le acercase un poco más a la satisfacción de su necesidad y que a su vez podría ser fácilmente cambiado por otro. Ese bien es el dinero. De esta forma, valorando más lo que podría obtener con 94 millones que al jugador, el Manchester aceptó el cambio.
¿Y por qué 94 millones y no 93 ó 95? En realidad cualquier cantidad entre los valores fijados por ambos equipos hubiera sido posible. La cantidad final que resultó solo dependió de la capacidad de negociación de ambos clubes. Además, si el valor para el Manchester hubiese sido superior al valor para el Real Madrid, el intercambio no se hubiera producido. Sin embargo, esto no ocurrió y por lo tanto con la venta tanto el Manchester como el Real Madrid cubrieron mejor aquella necesidad de su lista.
Por todo lo anterior, ya podemos decirles a aquellos que se han escandalizados que el precio no fue justo o injusto. Y posiblemente tampoco fue desproporcionado teniendo en cuenta la riqueza que dicho jugador hará posible crear, riqueza que se filtrará hasta el más humilde vendedor de bufandas en la puerta de cada estadio donde juegue Cristiano Ronaldo. En esencia, dicho precio fue fijado por la libre elección de cada una de las partes y por la valoración subjetiva de las necesidades que querían satisfacer. Es claro que los que han expresado desagrado no hubieran pagado esa cantidad, pero ¿por qué han de imponer su lista de necesidades a los demás? Podríamos discutir las distintas listas y fijar distintos órdenes, pero considerar una mejor que otra e imponerla, solo nos llevaría a la pérdida de uno de los bienes que quizás aparecen en primer lugar en la mayoría de las listas de todo ser humano: la libertad.
(1) Es importante resaltar que no deben utilizarse los conceptos de valor y precio como sinónimos. Entendemos por valor el valor de uso y por precio el valor de intercambio.
Después de la compra de Cristiano Ronaldo por el Real Madrid se han oído muchas opiniones expresando asombro por la alta cifra alcanzada y comentando que fue algo irracional y desproporcionado. Quizás todas estas personas desconocen algunos principios básicos de la teoría económica.
Antes de empezar debemos tener claro que lo que el Real Madrid ha comprado es la habilidad de Cristiano Ronaldo para jugar al fútbol y la capacidad que tiene el jugador para atraer la atención de millones de seguidores de este deporte.
Las anteriores cualidades constituyen un bien económico. Esto significa que satisfacen una necesidad y que son escasas. En cuanto a las necesidades que satisfacen no es necesario hacer demasiadas indagaciones para averiguarlo. Bastaría con preguntar a cualquier aficionado. En cuanto a su escasez es evidente que no hay muchas personas capaces de hacer lo mismo que Cristiano Ronaldo. Si estas dos cualidades características hubieran desaparecido no se habría pagado nada por Cristiano Ronaldo. ¿Imaginan ustedes una empresa pagando 94 millones de euros por la habilidad de una persona que consistiese solamente en respirar?
Lo anterior es imprescindible para que Cristiano Ronaldo tenga valor. Y de la misma manera se fijará el valor de una camiseta o de una entrada para verlo. Estas pueden satisfacer una necesidad de miles de personas y por lo tanto tendrá un valor para ellas. Así, es erróneo afirmar que lo pagado por el jugador será lo que fije el valor de los artículos mencionados. Otra discusión sería si la compra ha sido económicamente rentable, lo que solo dependerá de la capacidad de Florentino Pérez para preveer las futuras ganancias.
Podemos preguntarnos ahora como se llegó a fijar la cuantía de 94 millones de euros y no cualquier otra. Para entenderlo, hemos de tener en cuenta que dicho precio debió estar comprendido entre dos valores diferentes, valores que en realidad solo significaban para cada equipo la satisfacción de una necesidad (1). Así, por una parte tendríamos el valor del jugador para el Manchester United y por otra el valor del mismo para el Real Madrid. Estos valores formarían parte de una lista ordenada de necesidades a satisfacer por cada equipo. Quizás para el Real Madrid la primera necesidad habría sido conseguir a Cristiano Ronaldo y la segunda tener a Kaká. De la misma manera, el Manchester tendría también su lista ordenada de necesidades.
El problema que surgió después fue que para que se produjera el intercambio, el Real Madrid debía poseer algún bien que satisficiera una necesidad del Manchester. En caso contrario habría sido imposible cerrar la operación. Sin embargo, afortunadamente vivimos en una época donde hemos avanzado más allá del trueque. Aunque el Real Madrid no hubiera tenido algo que necesitara el Manchester, sabía que aquel podía intercambiar a Cristiano Ronaldo por otro bien que le acercase un poco más a la satisfacción de su necesidad y que a su vez podría ser fácilmente cambiado por otro. Ese bien es el dinero. De esta forma, valorando más lo que podría obtener con 94 millones que al jugador, el Manchester aceptó el cambio.
¿Y por qué 94 millones y no 93 ó 95? En realidad cualquier cantidad entre los valores fijados por ambos equipos hubiera sido posible. La cantidad final que resultó solo dependió de la capacidad de negociación de ambos clubes. Además, si el valor para el Manchester hubiese sido superior al valor para el Real Madrid, el intercambio no se hubiera producido. Sin embargo, esto no ocurrió y por lo tanto con la venta tanto el Manchester como el Real Madrid cubrieron mejor aquella necesidad de su lista.
Por todo lo anterior, ya podemos decirles a aquellos que se han escandalizados que el precio no fue justo o injusto. Y posiblemente tampoco fue desproporcionado teniendo en cuenta la riqueza que dicho jugador hará posible crear, riqueza que se filtrará hasta el más humilde vendedor de bufandas en la puerta de cada estadio donde juegue Cristiano Ronaldo. En esencia, dicho precio fue fijado por la libre elección de cada una de las partes y por la valoración subjetiva de las necesidades que querían satisfacer. Es claro que los que han expresado desagrado no hubieran pagado esa cantidad, pero ¿por qué han de imponer su lista de necesidades a los demás? Podríamos discutir las distintas listas y fijar distintos órdenes, pero considerar una mejor que otra e imponerla, solo nos llevaría a la pérdida de uno de los bienes que quizás aparecen en primer lugar en la mayoría de las listas de todo ser humano: la libertad.
(1) Es importante resaltar que no deben utilizarse los conceptos de valor y precio como sinónimos. Entendemos por valor el valor de uso y por precio el valor de intercambio.
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